viernes, 14 de noviembre de 2014

Ojo de dromedario





No es que quiera decir su nombre.
No es que quiera recordarlo.
No es que quiera hablarle
Y callar.
Y ver su ojo de dromedario,
Y ver el infinito zambullido bajo el cuerpo.

No es que desee callar
O decirle que no era tan distinta al beso de anoche,
Para olvidarme de su nombre,
O decir que su ojo de dromedario
Me ha herido en lo más profundo,
En lo más vacío de todo.

No es que desee ser infinito,
Como el ojo del dromedario,
Que siempre calla lo que ve
Y olvida su nombre
Bajo su manto
En lo más vacío,
En lo más herido.

No es que vaya a gritar
O a llorar,
Porque este ojo de dromedario
Me zambulló en su infinidad,
En su cuerpo de muñeca,
Vacío,
Para no decir mi nombre
Mientras se esconde,
Todo para decir
Que era muy distinto al beso de anoche.

Tu ojo de dromedario
Es un ser vacío.
Incluso vacío de cuerpo y alma.
Y nombre.
Y aquel nombre olvida,
Como cuando no quiere recordar
Mientras camina a tientas,
Y apenas cae dormido en el silencio de su ojo.

No es que no desee despertar,
O abrir mi ojo de dromedario,
Cansado, olvidado, zambullido, escondido del vacío.
Tan vacío de cuerpo y alma
Y nombre.
No es que quiera recordar tu nombre,
Para olvidar el mío,
Y para hacerlo distinto
Al beso de anoche.