Largo ha sido mi sueño. Una eternidad, quizás.
Tal vez no ha terminado, o a lo mejor, ni siquiera termine.
También es posible que no quiera terminar.
Cargaba mucho en mi espalda.
Una isla. ¡Un mundo entero!
Era extraño. Era una isla muy pacífica.
Las personas que la habitaban eran muy despreocupadas. También había animales y bestias, y sobre un monte, reposaba un huevo gigantesco.
Hubo un momento en que me volví pequeño, y naufragué en mi propio cuerpo, hasta que llegué a la isla.
A la orilla, llegué exhausto, y casi inconsciente, y una chica con ojos de color esmeralda, me encontró y me llevó al refugio donde vivía junto con su hermano mayor, sus dos hermanos menores, y sus abuelos.
Al despertar, me preguntaron cómo me llamaba.
_ "Me llamo Gonzalo", les respondí. "¿Y ustedes?"
_ "No sabemos", me respondieron. "No sabemos nada de nosotros".
Todo era extraño, pero agradable. El ambiente era muy relajado, y se respiraba tranquilidad alrededor.
Cuando casi todos habían salido del refugio, y sólo estábamos uno de los hermanos menores de la chica y yo, me hizo preguntas.
_ "¿De dónde vienes?", me preguntó curioso.
_ "Vengo de afuera", le contesté.
_ "¿Afuera? ¿Dónde es eso? ¡Oh! El sólo hecho de pensar en el concepto de "afuera" es confuso, y me hace doler la cabeza terriblemente", respondió.
_ "Y ustedes, ¿desde cuándo están aquí?", le pregunté.
_ "Ese es un concepto que no conozco. No sé a qué te refieres, pero quizás puedas ir a la biblioteca que está cerca de aquí. Nadie ha entrado ahí, pero supongo que podría ayudarte", me dijo.
_ "Muchas gracias, iré a la biblioteca, entonces", le respondí.
Y así, me dirigí a la biblioteca, para ver si podía averiguar más sobre la isla y los habitantes.
Al llegar, comencé a revisar los libros que ahí estaban, y sorpresivamente, casi todos estaban en blanco. No había palabra alguna en los libros, excepto en uno. Al leerlo, era bastante confuso, pero revelador. Decía lo siguiente:
"En el huevo reposa la verdad dormida. Sólo la luz podrá revelarla, y así, y sólo así, terminará".
Las cosas se habían tornado aún más raras, pero sentía una extraña ansiedad que me decía que tenía que ir hacia donde el huevo estaba.
Al salir de la biblioteca, comencé a caminar al lugar donde el huevo se encontraba. Muchos animales me seguían, y me llevaron hacia un lugar donde todos estaban.
Toda la familia cantaba una bella melodía, y al verme, me hablaron.
_ "Náufrago. No. Gonzalo. La isla duerme, y es deber del héroe y dios el despertarla", me dijeron.
_ "Lo siento, pero no soy héroe, ni dios, y no quiero, ni planeo serlo", les respondí.
_ "Todo es parte de la escena. Sigue adelante, por favor", me dijeron.
Y de esa manera, les agradecí y me despedí de ellos.
Al llegar al huevo, rompí un poco de él, y entré.
Había muchas habitaciones, pero había una que tenía una plataforma.
Llegué ahí y me subí, y una voz me comenzó a hablar. Me decía cosas extrañas, como una suerte de discurso. Decía así:
"¿De dónde vienes? ¿Hacia dónde vas? ¿Cuándo llegaste? ¿Cuándo te vas?
Nada de eso importa. Las cosas no ocurren como quieres. Sólo los ladrones son capaces de robar. Sólo los destructores son capaces de destruir. Sólo los soñadores son capaces de soñar. Sólo los creadores son capaces de crear.
La isla es sólo una ilusión. Una escena en el párpado cerrado de quien duerme.
Humanos, animales, bestias, cielo, mar, tierra. Todo yace en la escena.
Despierta al sueño con luz, y la verdad será revelada.
La historia es superflua e inútil, igual que la experiencia, porque en algún punto mueren.
Náufrago, héroe y dios, deberías saber la verdad".
Cuando la voz dejó de hablar, todo se volvió blanco, lleno de luz.
Estaba solo en la luz.
Al abrir los ojos, desperté con una amarga sensación, pero con una firme convicción, que nadie cambiará.
"No soy un héroe, ni un dios. No nací así, y no quiero, ni planeo serlo, aún cuando quieran hacerme creer que lo soy. Sé que no es cierto, porque no he hecho cosas importantes, realizado hazañas, o dejado huellas que perduren desde el principio a la eternidad.
A veces sólo quiero desaparecer, desvanecerme, y no saber lo que soy.
Pero sólo seré lo que soy: Una mísera existencia. Un ser humano común y corriente, pero que sabe lo que quiere".
Cuadro: La condición humana.
Pintor: René Magritte.
Año: 1935.
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