Dar y vender no se parecen.
No son como las canciones y los colores llenos de promesas vacías que son siempre grises.
Siempre me bañan con su cuerpo incorpóreo e infinito:
Con su oración extendida e inconclusa.
Dar y vender no se parecen.
No se parecen como correr y recorrer.
No se parecen porque lo invisible se mantiene lejos e indiferente
y se aleja sin pausa ni recato.
Dar y vender no se parecen:
No se parecen como los abismos y los vacíos,
como las diferencias y las truculencias:
Las turbulencias constantes y presentes.
Dar y vender no se parecen.
Los ritmos y las escenas son distintos.
Los actores y los recipientes se quedan al margen.
El ruido siempre mancha las sábanas de ónice carmesí,
como las perlas rojizas del mar y la ciudad.
No son como las canciones y los colores llenos de promesas vacías que son siempre grises.
Siempre me bañan con su cuerpo incorpóreo e infinito:
Con su oración extendida e inconclusa.
Dar y vender no se parecen.
No se parecen como correr y recorrer.
No se parecen porque lo invisible se mantiene lejos e indiferente
y se aleja sin pausa ni recato.
Dar y vender no se parecen:
No se parecen como los abismos y los vacíos,
como las diferencias y las truculencias:
Las turbulencias constantes y presentes.
Dar y vender no se parecen.
Los ritmos y las escenas son distintos.
Los actores y los recipientes se quedan al margen.
El ruido siempre mancha las sábanas de ónice carmesí,
como las perlas rojizas del mar y la ciudad.
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