¿Dónde quedan las voces y los silencios?
Aún quedan partes.
Aún quedan partes entre la vida y la nada.
Se hacen llamar coronas de espinas.
Aún queda vocablo
entre mi sangre y el suelo,
aunque a veces es insolente,
como una vieja chimenea
cuando come leña.
Aún quedan partes
que poseí por mucho
-y muy poco-
hace ya una vida, parece.
Aún quedan marchitas
las hojas y hiedras;
Las venganzas asumidas
para volver a nacer.
La tinta queda en matices:
En colores distintos,
como esperando unirse en algún punto
con el infinito,
como si la corona de espinas
no la atara,
o apuntara a las retinas del cielo,
tras el ojo de una gaviota.
Mirad cómo crece el tiempo
y su corona de espinas
en el mundo;
Mirad quién toca la puerta
para nacer, dormir
y observar la ruta.
Contemplad tu cuerpo,
porque tampoco llegaste aquella vez
por culpa del miedo y las lágrimas,
y dejásteis que la corona de espinas
descansara y durmiera en ti.
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