Y ahora, ¿qué?
Aunque naciera cien veces,
sería igual.
La llaga está en mi,
royendo lo profundo
de mi alma.
Me acaricia con cruel melodía,
y se ríe de mi,
y embriaga mis venas
de espinas.
¿Qué me dirás?
Aunque naciera cien veces,
cien veces dormirías mis sueños
en silencio,
en el ruido del vacío
cuando todo flota
irreal.
Irreal.
¿Quiero lo irreal?
Nunca querrás que sea yo
quien te despierte,
ni tú querrás despertarme,
porque por el humo,
la visión es borrosa.
Tal vez te diga:
Quiero ser olvidado,
pues mi ser me dejó
a la deriva,
al acecho de la muerte de las palabras,
porque la muerte se esconde
tras distintas máscaras,
pero siempre apuñala
de la misma forma,
y su estocada es fatal,
filosa, temible y certera.
Por favor,
no prometas lo que no quieres dar,
ni me busques títulos,
o formas de engañar la realidad.
El miedo sólo buscará hablar con el miedo.
y el orgullo,
con el orgullo.
Nada más será dicho,
ya el vino ha sido derramado,
sin pensar en las consecuencias.
Las palabras han sido vertidas
en lágrimas y sangre,
y rondarán siempre
en el orgullo,
porque entorpece lo bello,
y lo hace amargo.
Esa es mi muerte.
1 comentario:
Mas que interesante, volvere a merodear tus textos aunque sea silenciosamente.
Saludos.
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