
Le aúllo a ese cuarto menguante que a veces se asoma en la oscuridad...
A esas letras perfectamente hiladas que de vez en cuando se aparecen en mi habitación...
Le aúllo a aquel espiral que gira solo e incomprendido en los paisajes del olvido...
Le aúllo a aquel espiral y a su aullido ensordecedor y cálido...
Al manantial que suelta las gotas de lluvia que tocan mis labios con sus siluetas...
Esas gotas que tocan mis ojos con sutileza...
Le aúllo a esas gotas que no me abandonan con sus momentos y que acarician mi rostro perdido...