viernes, 14 de noviembre de 2014

Ojo de dromedario





No es que quiera decir su nombre.
No es que quiera recordarlo.
No es que quiera hablarle
Y callar.
Y ver su ojo de dromedario,
Y ver el infinito zambullido bajo el cuerpo.

No es que desee callar
O decirle que no era tan distinta al beso de anoche,
Para olvidarme de su nombre,
O decir que su ojo de dromedario
Me ha herido en lo más profundo,
En lo más vacío de todo.

No es que desee ser infinito,
Como el ojo del dromedario,
Que siempre calla lo que ve
Y olvida su nombre
Bajo su manto
En lo más vacío,
En lo más herido.

No es que vaya a gritar
O a llorar,
Porque este ojo de dromedario
Me zambulló en su infinidad,
En su cuerpo de muñeca,
Vacío,
Para no decir mi nombre
Mientras se esconde,
Todo para decir
Que era muy distinto al beso de anoche.

Tu ojo de dromedario
Es un ser vacío.
Incluso vacío de cuerpo y alma.
Y nombre.
Y aquel nombre olvida,
Como cuando no quiere recordar
Mientras camina a tientas,
Y apenas cae dormido en el silencio de su ojo.

No es que no desee despertar,
O abrir mi ojo de dromedario,
Cansado, olvidado, zambullido, escondido del vacío.
Tan vacío de cuerpo y alma
Y nombre.
No es que quiera recordar tu nombre,
Para olvidar el mío,
Y para hacerlo distinto
Al beso de anoche.

sábado, 23 de agosto de 2014

Elegía





Ablanda tu paso.

Me parece que la superficie de la Tierra
no es más que los cuerpos de los muertos.

Camina lentamente en el aire,
para no pisotear los restos de los siervos de dios.





Al-Ma'arri, La chispa del eslabón.

viernes, 30 de mayo de 2014

Palabras conocidas





No voy a retratar de rojo interesado
la historia de mi vida,
porque los retratos no tienen memoria
-y son parciales-
como las palabras conocidas,
recordadas en el paladar, en la lengua,
y que no saben salir. No quieren salir.

Las cenizas de dios

No voy a hablar
ni regresar la ilusión,
porque las palabras conocidas ya están oxidadas,
asustadas,
y se quedan dentro de la voz,
y quieren pasar desapercibidas,
como si no tuvieran nombre
ni cuerpo.

Son siempre olvidadas

No voy a creer en las palabras conocidas,
en los discursos acéfalos,
porque sólo son palabras olvidadas:
Se dejaron estar, porque se confiaron de las acciones,
y luego, sin alharaca, sin alegar,
se acurrucaron,
se durmieron y me dejaron.

Porque son una quimera.