jueves, 29 de octubre de 2015

Queísmo





No crees en dios cuando duermes,
Porque sólo es un sueño,
Como cuando encuentras la verdad lejos del crucifijo,
Y quiebras la voz,
Pero buscas la respuesta en un beso,
En el queísmo:
Que no es veneno si me lo tomo,
Que si mis labios tienen un sabor conocido,
Que es amargo,
Que me dejé llevar como una hoja,
Que me dejé callar como una piedra,
O que el amor es para siempre cuando es de verdad.

No crees en dios cuando duermes,
Porque sólo es un sueño,
Como cuando encuentras tu cuerpo lejos de mí,
Y quiebras la voz cuando dices tener miedo,
Pero buscas la respuesta lejos de la cicatriz,
En el queísmo:
Que los labios fueron desnudados hace mucho,
Que los misterios se encuentran en las mentiras,
Que la luz es la verdad,
Que la oscuridad nos desvela,
Que la mancha sólo es por una espina,
O que me da miedo estar sin ti.

No crees en dios cuando duermes,
Porque crees que está a tu lado,
O en todos lados,
Como en el queísmo:
Que está en la resurrección,
Que está en los cielos,
Que todo es un enigma, quizás,
Que hay que exhumar la razón de la piel,
Que voy a temblar de hambre,
Y saber si la suerte es una amalgama de llanto sin cuerpo ni alma.

No crees en dios cuando duermes,
Porque no está,
Porque se fue,
Porque mordió la verdad de otros labios,
Porque se desveló en otra capilla diciendo mentiras,
Y su crucifijo amaneció en el velador de alguien
Que tuvo que tragar sus palabras.
Y crees que sólo te dejó su queísmo
Como consuelo.

lunes, 24 de agosto de 2015

Cuerpo de plástico





A callar, mujer insolente.
Aunque quieras buscar
Siempre vas de espalda
O cuando hay neblina,
Porque sabes que no me conoces.

A callar, mujer insolente.
Mentir no es consuelo,
Y las cenizas no lloran:
Sólo muestran su delirio, su deseo.
Y con su eco dejan su testamento,
Siempre al comienzo del camino
Para destruirlo y dejarlo sin confidentes.

No me conoces,
Porque mi cuerpo es de plástico,
Y nada de lo que digas me consolará,
Porque las fronteras ya fueron puestas,
Definidas,
Y la amnesia borra todo,
Mas no las cicatrices.

No quieras consolarme,
Mujer insolente, indolente.
Sólo porque tengo una flor en mi jardín,
Y no la riego
Y está marchita,
Porque siempre quiso ser el alimento
De un caballo muerto.

No tengas la desfachatez
De querer acariciarme
Mientras hablas en pretérito,
Mujer insolente.
La vida viaja cansada,
Como un punto en el alma
Donde no hay abrazos ni tormentas.
Y sabes que mi cuerpo es de plástico,
No es fantástico.
Pero tu cuerpo ya no es rígido,
Sólo elástico.

No sigas, mujer insolente.
Mentir no es consuelo,
Y lo sabes.
Y lo sé.
Por eso, este cuerpo no quiere verte.

No quiero verte.

martes, 12 de mayo de 2015

Brújula





Sin querer sigo estando lejos de casa.
En un sueño, quizás.
Y necesito saber de ti 
Para ver si logro alcanzarte,
O si sólo pasarás.

Sin querer me he desorientado.
Sigo merodeando a solas
Lejos de casa,
Y unas garras tomaron mi carne
Y todo se reflejó en mis ojos.

Necesito saber de ti,
Para ver si te busco
O te dejo,
Para ver si resuena mi melancolía,
O si mi brújula aparece

Quiero saber si serás así siempre,
O si sólo serás una pieza de ajedrez.

Mírame,
Estoy fuera de los colores del pueblo,
Estoy lejos del horizonte
O de cualquier umbral.

No sé dónde estoy
Y no tengo mi brújula.

Antes del amanecer





Llevo puesta una espina.
Sólo una espina.
No alcancé a ver nada,
Porque sólo soy un adoquín
Y llevo puesto el terror de los huesos,
Y mi boca no respira sola
Y tampoco le cantó canciones al tiempo,
Porque fue antes del amanecer,
Cuando parecía estar en la cuna, dormido,
Y no alcancé a ver la trampa
Porque te escondiste tras el sol,
Para no poderte encontrar.

Llevo puesta una cicatriz,
Pero no te preocupes,
Porque fue antes del amanecer
Y sólo vengo del infierno
Y lo conozco bien,
Como las excusas, las apatías,
La maleza y los bares de mala muerte,
Y no quiero hablarle a los cielos
De mi dolor,
De su dios lascivo
Y de sus mentiras.

Llevo puesta una llaga,
Y con una soga le hiciste un nudo
A tu ser,
Para no llegar.
Conozco bien esas patrañas.
Fue antes del amanecer,
Y tomaron mis cofres,
Me robaron la vida
Y la arrancaron de cuajo,
Y no quiero fingirlo
Ni parecer miserable
Ni tener una buena razón para escudarme
Ni abogar por ti.

Mi sendero es doloroso y no me gusta ver atrás
Y lo sabes.
Por eso, no intentes consolarme,
Porque fue antes del amanecer,
Un día cualquiera,
Una noche cualquiera,
Antes de romper los platos,
Cuando todo era desierto
Y no sabía nada
Y todo seguía siendo una tumba
Sin color,
Sin amor.

Por ti llevo puesta una espina
Que jamás me podré quitar,
Y siempre habrá un camino esquivo
Y nunca podré conocerlo.
Pero no te preocupes,
Tu camino es distinto al mío:
No es doloroso.
Aunque digas sentir mi dolor,
No te creo,
Porque te fuiste antes del amanecer,
Antes de conocerte,
Y mi cicatriz la llevo puesta
Donde no podrás encontrarla,
Donde no podrás quitarla,
Donde no podrás sanarla.

No es justo.
Te fuiste antes del amanecer,
Y dejaste mis ojos sangrando,
Y cuando llegué
Ya tenías llagas,
Y estaba todo carcomido, roído.
No es justo.
Mi camino debe ser distinto al tuyo,
Porque no quieres conocerme
Ni dejarme conocerte.

Dime adiós,
Porque me iré antes de tu amanecer.

miércoles, 29 de abril de 2015

Cadáver





Hay un cuerpo en silencio.
Parece olvidado.
Y tiene ganas de llorar,
Pero sus lágrimas están calladas,
Asustadas de desatar el nudo
De su corazón.

Este cuerpo sigue silente,
Embelesado y hereje,
Porque no cree en su vida.
Y tiene ganas de besar,
Pero su voz de dios está apagada:
Quedó presa de su fiebre.

Aquel cuerpo está quieto,
Como tendido en el regazo del olvido.
Y sus brazos apenas logran sostener su soledad,
Mientras el desahucio lo quiebra como a una bola de cristal,
Y su recuerdo lo abandona
Como su bufanda cuando corría viento,
O como el horizonte, cuando era la línea del eco.

Ese cuerpo es silencioso,
Porque sus gritos tienen miedo de salir,
Y prefieren romperse,
Mientras su voz se amedrenta con la maleza,
Y descarta todos sus fragmentos.

Sí, este cuerpo lo sabe.
Sabe que está callado, como siempre.
Y dice sentir compasión,
Pero sabe que la compasión es un castigo injusto,
Porque lo bello es transparente, inocuo,
Y no entiende de vileza.

jueves, 16 de abril de 2015

Infierno





Alguien me llamaba
En aquel beso, en aquella noche,
Y no puedo olvidar su dolor
Ni el verde de sus ojos
Ni su voz agrietada.

Eras tan joven,
Y aún creías en la mentira del cielo
Cuando sólo vivías boca arriba,
Esperando la noche.

Y yo sigo sin poder olvidar su dolor
Ni el verde de sus ojos
Ni su voz agrietada.

Alguien me llamaba
En aquel beso, en aquella noche,
Y sólo recuerdo su quebranto,
Sus llagas.

Y sólo puedo esparcir sus cenizas en la memoria,
Porque no puedo olvidar su dolor,
Ni el verde de sus ojos
Ni su voz agrietada.

Eras tan joven,
Y aún creías en la mentira del cielo,
Y a veces caían lágrimas de tus ojos,
Porque sólo vivías boca arriba,
Esperando la noche.

Y me llamabas.
Tus ojos verdes me llamaban cansados,
Y me esperabas en aquel beso,
En aquella noche,
En medio de tus llagas.

No hay perdón para mí,
Porque yo sólo puedo recordar tu silencio,
Tus lágrimas, tu voz agrietada,
Y no puedo olvidar tu dolor,
Tus llagas ni tu quebranto.

Eras tan joven,
Y aún creías en la mentira del cielo,
Mientras yo te esperaba en aquel beso,
En aquella noche
En donde sólo te supe hablar de la verdad del infierno.

lunes, 6 de abril de 2015

Muerte imperfecta





Mientras tus ojos lo sigan viendo a él,
Y sigas siendo parte de su harén;
Mientras no sepas dónde correr,
Y tampoco sepas de quién ser,
Sabrás que de muerte arderé.

Mientras sigas viviendo en el ayer,
Y sigas creyendo que yo te maté;
Mientras me culpes cuando te sea imposible volver,
Y sigas viviendo la vida al revés,
Fingirás que yo te cautivé.

Mientras no diferencies el mal del bien,
Y le des sabor de manjar a la hiel;
Mientras la desgracia siga alborotando tu piel,
Y ya no sepas de dónde beber,
Será tarde para que sea tu miel.


Mientras él siga siendo quien cubre tu sien
Para hacerte creer que eres mujer;
Mientras no conozcas el destino de tu tren,
Y no sigas el rumbo de su riel,
Yo seguiré siendo el número tres.

Heredero de la miseria





No puedo volver
Ni puedo tocarte.
No puedo oír tus mentiras:
Tus palabras inocentes y ocultas
Son insurrectas,
Pero no te preocupes,
Soy tu heredero
Y puedo fingir por ti
Que soy un mercader de tu nombre,
Y que los pensamientos huyen,
Escapan,
Y que mis ojos no te verán
Ni a tu adiós de papel,
porque nada hay para mí:
Sólo la miseria y su penumbra.

No te quedes conmigo,
No soy rey
Ni tengo campanas que tocar,
Porque la miseria no tiene dios,
Sólo un heredero.

Miseria, tu nombre es mi asilo,
Aunque no me guste,
Soy tu heredero
Mientras mis ojos estén ciegos
Y mi cuerpo, lejos.

Te equivocas,
No soy rey ni príncipe.
No hace tanto frío
Si el cuerpo está inmóvil, muerto,
Y te recuerdo:
Soy tu heredero,
Te bebiste tu néctar y mi vida.

No puedo volver a tocarte,
Mis manos están frías,
Y no me importa si no estoy en paz:
Al ser tu heredero
No tengo lugar más que tu nombre.

Aléjate mientras puedas,
Mientras haya consuelo,
Porque el cuerpo de repente
Se vacía y se vuelve frío,
Y sólo tú tienes la culpa
De hacerme tu heredero.

No puedo volver
Ni tocarte ni verte,
Sólo encaramarme
Y recorrer tu nombre frío, pero no tanto,
Y volver a mi asilo,
A la tristeza alargada
De mi cuerpo.

jueves, 19 de febrero de 2015

Mano enhebrada







No acostumbro a verte de lejos,
aún cuando te veo desde el olvido:
Desde la mano enhebrada con espinas y rocío,
como desde el vidrio roto de la copa de tu vino
lejano, derramado, esparcido, vertido.

Tampoco acostumbro a verte de cerca,
aún cuando te veo del recuerdo:
Desde el fragmento de las cenizas calientes y frías,
porque ya sabes que mi fuego está extinto,
y no tengo razón para volver ni ocultar mi voz
ni hacerla sangrar como a mi voz antigua.

No acostumbro a verte,
y tampoco lo haré.
Sólo a olvidarte desde un punto ideal del sueño
entre la vida y la muerte.