miércoles, 30 de marzo de 2011

Invertebrado




¿Y qué me dirás ahora,
después de gritarle a mi suerte,
y esconderla de mi vida
en ataúdes distintos?

Ahora, cuando soy un gitano:
Rey de la tierra inexistente,
de nadie,
y conozco los días
sin vértebras
a las cuales aferrarme.

¿Y cuando podré quebrar
el exilio,
si abrimos el agua
en nuestra voz junta,
mientras la quebramos?

Ahora, cuando soy un gitano,
el horror se hace asimétrico,
como un palíndromo
en un féretro,
yace inmóvil, inverosímil,
invertebrado.

¿Y qué me dirás ahora,
después de adorar la infamia,
y acicalar lo blasfemo,
si sabes lo esencial?





El sol no alumbra al equinoccio.


martes, 22 de marzo de 2011

Y dice




Y dice ser mi promesa,
mientras me deja sin gloria,
ni néctar,
y se esfuma, se desvanece
a la luz de la luna
muerta.

Y dice ser mi promesa,
mientras me depreda sin espanto
y me deja sin tiempo,
espacio, ni voz,
y luego cabalga lejos,
como escondiéndose
sin aceptar.

Y dice ser mi promesa,
pero no está acotada en citas,
sino en asientos, indiferente,
y arrancóme de las entrañas
todo.

Y dice ser mi promesa,
y no sé qué creer.













Fragmento escrito hace años. Cualquier relación con la vida real, no es casualidad.



viernes, 11 de marzo de 2011

Luna





La luna muere siempre.
Nace, crece, envejece,
y luego queda en silencio.






jueves, 10 de marzo de 2011

Miseria




Jamás me podrán parafrasear,
porque me han dejado naufragando
en el vasto espacio vacío,
con palabras parásitas,
y atributos ajenos que no entenderé,
ni me entenderán,
porque son lejanos, inconexos,
y sin relevancia.

Jamás me podrán parafrasear,
porque sus palabras me atan,
amordazan, vendan y hunden,
y son inexpiables.
Sí, son inexpiables,
por eso soy de paráfrasis imposibles
para ellos,
pues viajo sin destino,
sin abrigo,
y quizás todo sea extraño,
porque no nací rey, ganador o as;
sólo poeta, vagabundo y desahuciado.

Soy imposible de parafrasear,
porque crecí con llagas,
y esas cosas que no querrán entender,
mientras vertí todo
en el destino:
No me entendieron,
ni vieron cuando mis ojos sangraron
a la luz,
ni entendieron la trascendencia de mi brazo,
si no hubiese sido dormido
por manos egoístas,
deseosas de ultrajar mis dedos.

No es necesario ocultar
-ni adornar-
lo que no se siente,
porque cuando dicen sentir
sin sentir,
las palabras parásitas llegan solas
a devorar mis restos,
mis huesos,
y me dejan sin color,
en miseria,
como cada tormento iniciado
al azar.



lunes, 7 de marzo de 2011

Cordero de dios




Apartaos todos
porque viene un nombre
que dice quitar los pecados,
pero mancha lo inmaculado
con sus mentiras,
y crea infiernos.

Apartaos todos
y mirad,
su nombre es monosílabo
-y común-,
pero maldito.

Dedicóle penumbras y lágrimas de sangre
al mundo,
mientras vuestra creencia
de cambio y perdón
-falso paso-,
sigue inmóvil,
y su cara enferma al mundo,
como siempre.

Apartaos todos.
Moveos alrededor de las manos vacías
porque el ladrón dice que vendrá,
pero su farsa es cobarde
al hablar al compás de su deseo,
y en extraño terreno,
pues el dogma perdió su sangre
en apuestas.

Mirad todos,
ahí viene el cordero de dios
escupiendo fuego
y maldiciones a los cuatro vientos:
Sabe que las tretas no mueren
al atardecer,
y así, esparció los estigmas.

Dice ser amor y perdón,
o tal vez no sabe,
y es verdad:
Él no sabe del amor real,
porque su mano convierte todo
en calavera
y cataclismos recurrentes.

Apartaos todos:
Ha dicho seguir su camino
de salvación y redención,
mas, sus lágrimas no producen piedad,
ni hablan de salvación,
pero quema prados
a diestra y siniestra.

Mirad todos...
El cordero de dios
no es más que una tormenta:
Una ilusión muerta
en el ojo de quien ve en realidad.

Reuníos todos
y alzad la mano
y la voz
para sacrificar al cordero de dios,
pues es la agonía del prójimo,
y no hay vientre
que lo pueda parir
-o adoptar-,
ni siente vergüenza suficiente
para cargar su cruz.












"Es fácil tener fe cuando todo está bien..."



Cuerpo apagado






Credo, mentira obsoleta.

No diré bajo qué barrotes
me encuentro.
No quiero emerger, ni ser encontrado
en sutil quebranto:

Porque todo se oculta en el miedo,

El óleo siempre fue falaz
e impío,
pero más espeso
que mi sangre:

Incluso la mentira diaria,

No importa lo dicho,
mi cuerpo se mantendrá apagado
bajo la maldición,
de donde no emergeré,

Porque todo yace en el miedo,

No importa lo hecho,
el eclipse será más importante,
y vivirá eones,
intocable e inalcanzable, en lo alto,

Credo, mentira absoluta.











"La muerte se esconde tras distintas máscaras, pero siempre apuñala de la misma forma..."




sábado, 5 de marzo de 2011

Tiranía




La vida duerme
en una escena profunda:
Ilusión perpetua,
y la historia yace
en falacias y maldiciones,
como las olas cuando mueren
al chocar,
esparcen sus cenizas
en todo lugar.

¿Y si te escondes en el sol?
Pensando y creyendo no ser descubierto,
desvanecido en luz total.

¿Y si te escondes en la luna?
Las fases seducen,
y quieren devorarlo todo
a oscuras.

¡Oye!
Las escenas viven
en el párpado
del cielo, la tierra y el hombre.
Mora en tiranía perpetua,
donde los cristales mueren eternos,
y los diamantes creían ser estrellas,
porque los héroes
no nacieron bajo ellas.

Escéptico




Soy escéptico de mi.
Puedo pretender disfrazarme,
y dormir inconsciente,
pero el río ya ha apagado su ruido
con silencio y arena,
y se ha sumergido en su sueño seco,
en lo profundo de las raíces.


El hielo es el hielo,
la nieve es la nieve.
El paso se ha cerrado,
y sólo ha dejado huellas:
Un beso en la sequía,
donde pasaba el río.


Soy escéptico de mi,
no tengo miedo
de perderme en espinas,
o de mirar a la ciudad
sin aprecio,
porque siempre perderé,
y tus palabras venenosas morderán
mis entrañas.


Humo.


Todo era como siempre.
Tras la ventana,
besé al río
en su sequía,
y caí al abismo
como cada vez
que oigo aquel discurso:
La muerte pronunciada
me apunta con sus dagas
y desgarra mi vida,
y mis deseos viajan
al vacío.


Espejismo,
simulacro de vida,
me condenaste y castigaste
con la muerte perpetua
en donde mis palabras jamás valdrán,
sólo para justificar las tuyas.


Ya no importan mis palabras,
ni mis deseos.
Nunca importaron,
ni lo harán,
pues morí escéptico de mi.



viernes, 4 de marzo de 2011

Inexistencia



Largo ha sido mi sueño. Una eternidad, quizás.
Tal vez no ha terminado, o a lo mejor, ni siquiera termine.
También es posible que no quiera terminar.

Cargaba mucho en mi espalda.
Una isla. ¡Un mundo entero!
Era extraño. Era una isla muy pacífica.
Las personas que la habitaban eran muy despreocupadas. También había animales y bestias, y sobre un monte, reposaba un huevo gigantesco.

Hubo un momento en que me volví pequeño, y naufragué en mi propio cuerpo, hasta que llegué a la isla.

A la orilla, llegué exhausto, y casi inconsciente, y una chica con ojos de color esmeralda, me encontró y me llevó al refugio donde vivía junto con su hermano mayor, sus dos hermanos menores, y sus abuelos.

Al despertar, me preguntaron cómo me llamaba.
_ "Me llamo Gonzalo", les respondí. "¿Y ustedes?"
_ "No sabemos", me respondieron. "No sabemos nada de nosotros".

Todo era extraño, pero agradable. El ambiente era muy relajado, y se respiraba tranquilidad alrededor.
Cuando casi todos habían salido del refugio, y sólo estábamos uno de los hermanos menores de la chica y yo, me hizo preguntas.
_ "¿De dónde vienes?", me preguntó curioso.
_ "Vengo de afuera", le contesté.
_ "¿Afuera? ¿Dónde es eso? ¡Oh! El sólo hecho de pensar en el concepto de "afuera" es confuso, y me hace doler la cabeza terriblemente", respondió.
_ "Y ustedes, ¿desde cuándo están aquí?", le pregunté.
_ "Ese es un concepto que no conozco. No sé a qué te refieres, pero quizás puedas ir a la biblioteca que está cerca de aquí. Nadie ha entrado ahí, pero supongo que podría ayudarte", me dijo.
_ "Muchas gracias, iré a la biblioteca, entonces", le respondí.

Y así, me dirigí a la biblioteca, para ver si podía averiguar más sobre la isla y los habitantes.
Al llegar, comencé a revisar los libros que ahí estaban, y sorpresivamente, casi todos estaban en blanco. No había palabra alguna en los libros, excepto en uno. Al leerlo, era bastante confuso, pero revelador. Decía lo siguiente:
"En el huevo reposa la verdad dormida. Sólo la luz podrá revelarla, y así, y sólo así, terminará".
Las cosas se habían tornado aún más raras, pero sentía una extraña ansiedad que me decía que tenía que ir hacia donde el huevo estaba.
Al salir de la biblioteca, comencé a caminar al lugar donde el huevo se encontraba. Muchos animales me seguían, y me llevaron hacia un lugar donde todos estaban.
Toda la familia cantaba una bella melodía, y al verme, me hablaron.
_ "Náufrago. No. Gonzalo. La isla duerme, y es deber del héroe y dios el despertarla", me dijeron.
_ "Lo siento, pero no soy héroe, ni dios, y no quiero, ni planeo serlo", les respondí.
_ "Todo es parte de la escena. Sigue adelante, por favor", me dijeron.

Y de esa manera, les agradecí y me despedí de ellos.

Al llegar al huevo, rompí un poco de él, y entré.
Había muchas habitaciones, pero había una que tenía una plataforma.
Llegué ahí y me subí, y una voz me comenzó a hablar. Me decía cosas extrañas, como una suerte de discurso. Decía así:
"¿De dónde vienes? ¿Hacia dónde vas? ¿Cuándo llegaste? ¿Cuándo te vas?
Nada de eso importa. Las cosas no ocurren como quieres. Sólo los ladrones son capaces de robar. Sólo los destructores son capaces de destruir. Sólo los soñadores son capaces de soñar. Sólo los creadores son capaces de crear.
La isla es sólo una ilusión. Una escena en el párpado cerrado de quien duerme.
Humanos, animales, bestias, cielo, mar, tierra. Todo yace en la escena.
Despierta al sueño con luz, y la verdad será revelada.
La historia es superflua e inútil, igual que la experiencia, porque en algún punto mueren.
Náufrago, héroe y dios, deberías saber la verdad".

Cuando la voz dejó de hablar, todo se volvió blanco, lleno de luz.
Estaba solo en la luz.

Al abrir los ojos, desperté con una amarga sensación, pero con una firme convicción, que nadie cambiará.
"No soy un héroe, ni un dios. No nací así, y no quiero, ni planeo serlo, aún cuando quieran hacerme creer que lo soy. Sé que no es cierto, porque no he hecho cosas importantes, realizado hazañas, o dejado huellas que perduren desde el principio a la eternidad.
A veces sólo quiero desaparecer, desvanecerme, y no saber lo que soy.
Pero sólo seré lo que soy: Una mísera existencia. Un ser humano común y corriente, pero que sabe lo que quiere".






Cuadro: La condición humana.
Pintor: René Magritte.
Año: 1935.