
Recuerdo que éste decía:
"¿Cuántas vidas tendré que morir
y
cuántas muertes tendré que vivir
para poder ser yo mismo?
Y
¿Cuántas luces tendré que esconder en las sombras
y
cuántas sombras tendré que desvanecer en las luces
para poder parecerme a mi cuerpo incorpóreo?"
Al fin me di cuenta que la silueta de mi voz era yo,
igual que mis confusiones
y mis dudas existenciales.
Mi voz era yo. Era la voz de la tumba y del tiempo fuera del tiempo,
donde la noche es el día y el día se vuelve la noche con su muebles.
Con sus viles muebles, como el cielo y las estrellas que simulan la luz falsa.
Ahora sé que no soy alguien además de mí, a menos que mi voz quiera que sea otra persona.
Una falsa. Otra confusión o quizás otra noche.