miércoles, 29 de abril de 2015

Cadáver





Hay un cuerpo en silencio.
Parece olvidado.
Y tiene ganas de llorar,
Pero sus lágrimas están calladas,
Asustadas de desatar el nudo
De su corazón.

Este cuerpo sigue silente,
Embelesado y hereje,
Porque no cree en su vida.
Y tiene ganas de besar,
Pero su voz de dios está apagada:
Quedó presa de su fiebre.

Aquel cuerpo está quieto,
Como tendido en el regazo del olvido.
Y sus brazos apenas logran sostener su soledad,
Mientras el desahucio lo quiebra como a una bola de cristal,
Y su recuerdo lo abandona
Como su bufanda cuando corría viento,
O como el horizonte, cuando era la línea del eco.

Ese cuerpo es silencioso,
Porque sus gritos tienen miedo de salir,
Y prefieren romperse,
Mientras su voz se amedrenta con la maleza,
Y descarta todos sus fragmentos.

Sí, este cuerpo lo sabe.
Sabe que está callado, como siempre.
Y dice sentir compasión,
Pero sabe que la compasión es un castigo injusto,
Porque lo bello es transparente, inocuo,
Y no entiende de vileza.

jueves, 16 de abril de 2015

Infierno





Alguien me llamaba
En aquel beso, en aquella noche,
Y no puedo olvidar su dolor
Ni el verde de sus ojos
Ni su voz agrietada.

Eras tan joven,
Y aún creías en la mentira del cielo
Cuando sólo vivías boca arriba,
Esperando la noche.

Y yo sigo sin poder olvidar su dolor
Ni el verde de sus ojos
Ni su voz agrietada.

Alguien me llamaba
En aquel beso, en aquella noche,
Y sólo recuerdo su quebranto,
Sus llagas.

Y sólo puedo esparcir sus cenizas en la memoria,
Porque no puedo olvidar su dolor,
Ni el verde de sus ojos
Ni su voz agrietada.

Eras tan joven,
Y aún creías en la mentira del cielo,
Y a veces caían lágrimas de tus ojos,
Porque sólo vivías boca arriba,
Esperando la noche.

Y me llamabas.
Tus ojos verdes me llamaban cansados,
Y me esperabas en aquel beso,
En aquella noche,
En medio de tus llagas.

No hay perdón para mí,
Porque yo sólo puedo recordar tu silencio,
Tus lágrimas, tu voz agrietada,
Y no puedo olvidar tu dolor,
Tus llagas ni tu quebranto.

Eras tan joven,
Y aún creías en la mentira del cielo,
Mientras yo te esperaba en aquel beso,
En aquella noche
En donde sólo te supe hablar de la verdad del infierno.

lunes, 6 de abril de 2015

Muerte imperfecta





Mientras tus ojos lo sigan viendo a él,
Y sigas siendo parte de su harén;
Mientras no sepas dónde correr,
Y tampoco sepas de quién ser,
Sabrás que de muerte arderé.

Mientras sigas viviendo en el ayer,
Y sigas creyendo que yo te maté;
Mientras me culpes cuando te sea imposible volver,
Y sigas viviendo la vida al revés,
Fingirás que yo te cautivé.

Mientras no diferencies el mal del bien,
Y le des sabor de manjar a la hiel;
Mientras la desgracia siga alborotando tu piel,
Y ya no sepas de dónde beber,
Será tarde para que sea tu miel.


Mientras él siga siendo quien cubre tu sien
Para hacerte creer que eres mujer;
Mientras no conozcas el destino de tu tren,
Y no sigas el rumbo de su riel,
Yo seguiré siendo el número tres.

Heredero de la miseria





No puedo volver
Ni puedo tocarte.
No puedo oír tus mentiras:
Tus palabras inocentes y ocultas
Son insurrectas,
Pero no te preocupes,
Soy tu heredero
Y puedo fingir por ti
Que soy un mercader de tu nombre,
Y que los pensamientos huyen,
Escapan,
Y que mis ojos no te verán
Ni a tu adiós de papel,
porque nada hay para mí:
Sólo la miseria y su penumbra.

No te quedes conmigo,
No soy rey
Ni tengo campanas que tocar,
Porque la miseria no tiene dios,
Sólo un heredero.

Miseria, tu nombre es mi asilo,
Aunque no me guste,
Soy tu heredero
Mientras mis ojos estén ciegos
Y mi cuerpo, lejos.

Te equivocas,
No soy rey ni príncipe.
No hace tanto frío
Si el cuerpo está inmóvil, muerto,
Y te recuerdo:
Soy tu heredero,
Te bebiste tu néctar y mi vida.

No puedo volver a tocarte,
Mis manos están frías,
Y no me importa si no estoy en paz:
Al ser tu heredero
No tengo lugar más que tu nombre.

Aléjate mientras puedas,
Mientras haya consuelo,
Porque el cuerpo de repente
Se vacía y se vuelve frío,
Y sólo tú tienes la culpa
De hacerme tu heredero.

No puedo volver
Ni tocarte ni verte,
Sólo encaramarme
Y recorrer tu nombre frío, pero no tanto,
Y volver a mi asilo,
A la tristeza alargada
De mi cuerpo.