domingo, 6 de febrero de 2011

Sueño




Una vez que cruces el puente, te encontrarás en una ciudad olvidada por la sociedad.
En la lluvia putrefacta, hay una habitación que existe en un estado ideal, en alguna parte entre el día y la noche, entre rosas y amapolas o cenizas en la urna.
Un torso desnudo y lleno de cicatrices de heridas pequeñas y autoinfligidas, es la prueba.
Lo fue todo.
Sus labios sangraban.
Representó todo lo que había hecho durante su vida, y todo lo que había reclamado y dicho.
Palabras arrogantes, egocéntricas, mordaces e injustas. Todo antes de tiempo.
Ya había hecho todo. La sangre había sido derramada en los ríos suburbanos.


En las escaleras de la ciudad, había un viejo extraño.
Sólo repetía palabras. Era lo único que hacía.
Todo era nebuloso. La niebla no dejaba diferenciar nada, sólo las palabras.

"No es que me guste estar triste.
No es que desee gritar.
Es sólo que no deseo ser recordado en el tiempo.
Apenas deseo caerme dormido silenciosamente.
En aquella época todo estaba cubierto de dientes de león.
Cuando había una brisa, las bolas plateadas del algodón bailaban a través del cielo.
En el centro de ellas, estaba parada esa muchacha.
Era todo un sueño.
Apenas un sueño.
Esa muchacha murió en ese punto en el tiempo.
Ahora, todo. Detesto todo.
No me gusta estar triste.
Es como si deseara gritar
Y no desear ser recordado en este tiempo.
Sé que quieres verme muerto, pero no podrás matarme de nuevo.
Ya morí.
El metal me desgarró y cortó antes de que cruzara el puente.
No pude protegerme.
No quise protegerme.
Fue todo.
Apenas un sueño."

Al terminar, abrió los ojos.
El torso no estaba desnudo, ni tenía pequeñas cicatrices de heridas autoinfligidas.
No estaba.
Sus labios tampoco sangraban. Ya lo habían hecho hace mucho.
Todo fue apenas un sueño.



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