miércoles, 22 de diciembre de 2010

Muerte recordada




Amor:
Acierto, certeza.
Nadie me enseñó a amar,
ni a entregarme
en cada beso, en cada mano,
en cada cuerpo vivido,
sólo yo.

¿Quién soy yo en la experiencia?
Nadie me enseñó a escribir,
o a decir te quiero
en un poema, o de una forma bella,
distinta y marcada.
Nadie me enseñó
a no perseguir la sombra
oculta, abierta, longitudinal,
sólo yo.

Muerte:
Martirio, memorias, mancha.
Nadie me enseñó a soñar,
o a dibujar corazones
en mi mismo corazón,
en mi mente,
en mis pensamientos
y en mis delirios,
sólo yo.

Nada:
Naipe, narración, nostalgia.
Nadie me escribió
poemas de amor:
Sólo palabras ajenas,
pasajeras y azarosas.
Grietas desparramadas,
desvanecidas en gritos:
Lamentos y llantos;
Lágrimas tercas y egoístas.

He muerto varado en la agonía, risa trizada,
luz antigua:
Salvación oscura y corredor;
Vida antigua en su ciclo,
segmento coronado,
dibujo de ayer.

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