jueves, 9 de diciembre de 2010

Muerte de un desconocido




"No creo en Dios, pero le temo", decía la oración predilecta de la película favorita de aquel hombre.

La decisión ya había sido tomada, y había pensado en cada detalle, e incluso en cómo sería el final. Era algo que él esperaba hacía tiempo.

¡Era increíble! Todo había sido cuidadosa y minuciosamente visto y premeditado.

Nadie en el pueblo lo conocía, excepto una persona, y por lo mismo, los medios no irían a cubrir la noticia de un desconocido. No les convenía, ni interesaba, y a él, tampoco.


No habían sido días buenos, o incluso, una vida buena, y ¿quién sabe? Quizás cuántas veces había vivido lo mismo en vidas anteriores.

Él no buscaba fama, ni ser rey por un día. Él buscaba algo que en la vida no existía, como ir tras un sueño oculto, o el final del arco iris, pero como dije, nada de eso existía. Nada.

Nada le importaba, pues el puñal que se había clavado en el corazón -hace años o incluso vidas, ya- había desgarrado sus sentimientos.

No sentía apego, ni compasión, ni le gustaba que lo trataran compasivamente. Es mas, odiaba que le dedicaran palabras de consuelo y piedad, pues para él, eran vanas, triviales y sin sentido.

No necesitaba que la gente, que por cierto, no lo conocía, sintiera lástima por él.


Como regalo final, se había comprado un televisor, un aparato de DVD y había grabado un video de despedida, el cual vería a perpetuidad, incluso con los ojos cerrados.

Tomó la cuerda, que era el único regalo que había recibido de otra persona, en toda su vida, y creó un nudo. Cuando todo estaba listo, puso el DVD, y lentamente el televisor se comenzó a despedir de él.


"¿Hola? ¿Adiós? No hay dirección. Nunca la ha habido.
Espero que estés viendo esto, porque eres el único que puede verlo. El único que debe verlo.
La hora, fantasma de siempre, nos ha buscado. Nos llama, nos acaricia. Vamos."


Luego de la introducción, comenzó un poema que había escrito tiempo atrás.


Verdad. Todo lo sabes.
Este nombre se ha ocultado bajo el sol,
bajo las sombras,
su casa de siempre.
Soy aire, fuego, agua, tierra, metal.
Soy todo.
Soy nada, nada, nada.
Nada.
Línea muerta en el horizonte,
mancha en la oscuridad,
casillero silente y risco oculto.
Extraña sensación.

Amnesia,
viento cálido,
¡AYÚDAME!
Nada fui aquella vez,
nada soy ahora
sino nieve,
hielo viejo,
huellas en la oscuridad.

Soy el grito desesperado,
y sin honor,
que cayó desde lo alto.

Las palabras me han dejado ya:
Se han ido con mi alma,
porque no eran mías. No lo eran.

Se han ido porque no existían en mi,
porque no existía.
Todo lo que hice fue contemplar estatuas,
palabras inexistentes,
en la oscuridad,
en la soledad de mi alma
que me abandonó tiempo atrás.


Amnesia,
cura del tiempo,
¡AYÚDAME!
Nada soy, nada fui, nada seré.
No quiero ser algo que no seré:
Sueño ausente,
grietas fantasmales,
ruido inconcluso, sordo,
sin sonido.

¿De qué sirve la gloria?
La tierra todo se lo traga,
y todo lo cubre.
¿Qué soy?
Nada, sino un nombre,
letras que se las tragará la tierra,
junto con su gloria.
Nada fui, nada seré.
Nada, sino inexistencia.


Al terminar el poema, recitó su frase preferida de su película favorita, pero con su final, y dijo:

"No creo en Dios, y no le temo".

Y así, la cuerda hizo su trabajo, y el viento cálido de la amnesia lo protegió con su olvido...

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